
Es posible afirmar que el director finlandés Mika Kaurismäki realizó el film Un amor cerca del paraíso, que se estrena este jueves 12 de mayo, empapado del espíritu hallmark hasta el tuétano y logró realizar una película bien shampoo, un tanto empalagosa, bastante cursi, ¡qué almibarada! pero con bonitos paisajes en la exótica y polar Laponia, una historia previsible pero un poco linda, un poquito eficaz.

La cosa es así: a un pueblito nórdico, perdido en el norte de Finlandia, llega un hombre oriental, que hablá inglés pero no finés, acompañado por un niño. Ingresan a un parador donde van a comer los aldeanos y los choferes de la ruta. El hombre chino llamado Cheng busca un nombre que sólo sabe pronunciar (cierto es que no lo escribe para mayor concordia con los lugareños en el teléfono inteligente de su hijo), pero nadie sabe a qué se refiere. La dueña del lugar Sirkka le ofrece hospedaje. Resulta que Cheng es chef y que Sirkka sólo sirve salchichas con puré de papas todos los días a la clientela. Bingo, entonces, Cheng comienza a cocinar comida china, que cambia la salud de algunos pobladores. Se profundiza la amistad con Sirkka, etcétera, pero Cheng no tiene los papeles de residencia por lo tanto todo concluye al fin. O no. Mientras tanto, la cámara recorre paisajes hermosos, nevados, poblados por ciervos y pinos que rodean a un lago de una belleza polar.
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